Hace ya tiempo que deseaba describiros una de las actividades más placenteras que el ser humano puede disfrutar, o más bien gozar. La actividad procura momentos de gran placer, que deseamos extender en el tiempo, pero la naturaleza tiene sus reglas.

La actividad es mucho más satisfactoria si las condiciones atmosféricas permiten desarrollar un esfuerzo físico pleno, por ello una temperatura entre 19 y 25 grados centígrados y no mucha humedad son condiciones ideales. Cierto es que puede realizarse en interior o bien en exterior, esta última opción es la más atractiva pero no siempre es posible pues se requiere cierto espacio físico para su desarrollo sin personas en la cercanía.

La playa es un lugar ideal, debido a que la arena permite un acomodamiento corporal para cualquier posición y las extremidades se fijan fácilmente para lograr los apoyos deseados en plena acción.

Se desarrolla de forma plena bajo una modalidad por parejas no necesariamente mixtas; sin embargo, no todas las parejas son válidas. Durante el baile de acercamiento se identifican dos tipos de roles bien definidos que han de conjugarse, de lo contrario la actividad estará abocada al fracaso. El escenario de configuración de parejas es complejo, ya que el proceso de aproximación requiere en algunos casos respeto, pues existen parejas ya establecidas difíciles de romper o alterar. La búsqueda de la pareja ideal es arriesgada, además para tener éxito es imprescindible conocer los atributos de las y los elegibles y sopesar si puede haber un acoplamiento óptimo.

Aquí entran en juego aspectos intrínsecos al ser humano, de tal forma que el egoísmo en la selección, la prudencia de la humildad o el arrojo ante la situación, se ponen de manifiesto siempre. El sistema de selección natural tiende a imponerse, sin embargo la solidaridad suele aparecer en forma de convenios temporales, que de no estar atento se pueden convertir en dolorosamente permanentes. Es aquí en donde los participantes capaces de desempeñar ambos roles se ven más acosados y demandados durante la configuración de las parejas.

Cuando la actividad se pone en marcha es importante marcar la distancia óptima y hay fases bien definidas. La primera de aproximación y calentamiento, facilita la identificación de las zonas de tu pareja que más satisfacción pueden provocarle, es habitual que no todos sintamos lo mismo en los mismos puntos, por ello la fase de calentamiento y reconocimiento mutuo es muy importante.

A partir de este momento, comienza una fase de progreso y mejora, siempre es difícil acertar con la máxima precisión en las zonas más placenteras, pues el intercambio de gestos provoca desajustes continuos, pero en la continua búsqueda de la precisión está el placer.

Como decíamos, dos son los roles que cada uno ha de interpretar en base a sus destreza y habilidad, uno de ellos será el más pasivo, dedicado a recibir los impulsos vigorosos de la otra parte sin temor y traducirlos en respuestas, alternando firmeza ocasional y suavidad provocativa.

Bajo este rol la responsabilidad es muy alta puesto que se deberá estar atento en todo momento a satisfacer a su pareja para que desarrolle su potencial al máximo. Esto significa saber encajar aquellas acciones, que no siendo plenamente satisfactorias, pueden ser reconducidas. El placer aquí radica por un lado, en ser el receptor y provocador de tu pareja de forma incremental, hasta lograr, mediante un ritmo alto y continuado, sentir en él su éxtasis y agotamiento. Para lograrlo: por un lado está la sensibilidad y por otro lado el control del tiempo, ambos aspectos siempre se mejoran con la experiencia.

Por la otra parte, el papel deseado y hasta obligado es más exigente, pues se le demanda fuerza y precisión, aspectos que no siempre van juntos. En esta parte recala la mayor responsabilidad de lograr altos ritmos en la actividad. Si la otra parte cumple en su cometido de facilitar y acomodar en cada momento la acción contraria, aquí se espera una respuesta creciente hasta la extenuación. El éxtasis se logra cuando este intercambio se mantiene en el tiempo lo suficiente como para percibir de forma conjunta las sensaciones descritas.

Me encanta jugar a las palas, por cierto ¿tu paras o pegas?